Delito en redes sociales.
Desde la proliferación de las redes sociales se ha exhibido una muestra de cómo ideas originales se apropian sin arrepentimiento y de cómo hay quien recurre a unas dudas triquiñuelas para hacerse con el contenido protegido por derechos de propiedad intelectual. En los últimos años, se ha metido la cuchara para atiborrar al personal de curiosidades y episodios anecdóticos surgidos en estos patios digitales con nombres como Twitter o Facebook.
El trabajo, no obstante, se ha desprestigiado en parte. O tal vez al contrario; las redes sociales han encumbrado a personas talentosas con un ingenio adherente para retratar los acontecimientos que envuelven nuestra existencia. Sin embargo, cuando uno echa un simple vistazo al buscador de servicios como Twitter, la red de micromensajes más exitosa del momento (330 millones de usuarios registrados), se da rápidamente cuenta que alguien se adelantó a la gracia del momento. Los chistes y comentarios jocosos se repiten hasta la saciedad.
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